¿Feminista yo?
A propósito del 8 de marzo
Nunca me ha gustado etiquetarme. Siento que eso me encasilla en una determinada postura que se supone viene con una serie de pasivos incluidos y los "ismos" suelen ser los que más pasivos cargan.
No obstante, creo firmemente en la igualdad de derechos para hombres y mujeres y creo que vivimos en una sociedad sumamente machista que ha normalizado comportamientos y actitudes que promueven una diferenciación en donde la mujer se halla en una relación desigual, que se esconde detrás de "costumbres", "tradiciones", "roles" y que es apoyada por los sectores más tradicionales y conservadores de nuestra sociedad.
A través de los años he ido delineando mis posiciones y soy de las que se indigna cada vez que escucha frases o lugares comunes machistas que están tan interiorizados que son sumamente difíciles de combatir, rebatir o siquiera de detectar a veces.
Han sido muchas las ocasiones en las que he escuchado y visto a hombres (y mujeres también) repetir frases ("golpeas como chica", "manejas como mujer", "lloriqueas como una niñita") o comportamientos claramente machistas o sexistas que están absolutamente aceptados en nuestra cotidianeidad. Una pregunta común el día de hoy es decir que por qué tiene que celebrarse un "día de la mujer" ("¿y el día del hombre?" dicen algunos).
Siempre he respondido que porque hace apenas 100 años comenzamos un largo camino por alcanzar igualdad de derechos y oportunidades que antes se consideraban absolutamente imposibles. Creo que hoy en día en nuestra sociedad está bastante aceptado que las mujeres trabajen, estudien y voten (aunque la realidad en áreas rurales o periféricas puede ser bastante diferente).
No obstante, falta un largo trecho para lograr una real igualdad entre ambos géneros (esto sin considerar la realidad de otras partes del mundo, como África o el Medio Oriente).
Un ejemplo cotidiano: Cuando una mujer es violada o acosada sexualmente, siempre habrá quien diga que "se vestía inapropiadamente", "que ella actuó de tal o cual forma", "que seguro ella lo provocó". Siempre habrá quienes coloquen una porción de culpa en la agredida.
En general, la vida sexual y el comportamiento público de una mujer siempre será motivo de habladurías y de sanciones morales, mientras que en los hombres es parte de un reconocimiento a su virilidad.
En ese sentido resulta significativa la recientemente aprobada ley contra el acoso callejero. Sin embargo, es preocupante la forma en que han reaccionado muchos al respecto, principalmente en las redes sociales: ridiculizando o desautorizando la ley para justificar ese tipo de acciones. Seguro le faltan muchas precisiones, pero es un avance.
En realidad, los primeros en reírse del asunto y tratar de minimizar su importancia fueron algunos de nuestros "ilustres" padres de la patria. Afortunadamente hubo una respuesta clara y contundente de parte de la congresista Verónika Mendoza, pero eso no cambia la forma en que muchos hombres (y mujeres) piensan al respecto.
Sin embargo durante mucho tiempo me he negado a considerarme como feminista. Creo que porque sentía que el término carga con mucha connotación negativa.
Existen discursos feministas sumamente radicales. También hay discursos que utilizan ciertos fetiches de lucha y otros lugares comunes que alejan y espantan (cada vez que he oído algo tipo "la lucha contra la opresión heteropatriarcal y el imperialismo...").
Alguna vez en la universidad oí algunos discursos de grupos feministas que llamaban a las mujeres a "liberarse de la opresión del sistema capitalista" dejándose de depilar, engordando sin complejos, librándose de la tiranía de la moda y cosas así. Por supuesto que concuerdo en que ninguna mujer debería ser juzgada por su cuerpo o por elegir no depilarse. Pero no me sentía cómoda con esos discursos ni con sus representantes y tal vez ello me produjo reparos de etiquetarme como feminista.
Con el tiempo sin embargo, he definido que ante todo soy una fervorosa defensora de la libertad de elección y de pensamiento. Reafirmo mi posición a favor de la igualdad de derechos de género y creo que hay mucho por hacer desde la sociedad, desde el Estado, desde las instituciones privadas y desde cada uno de nosotros.
Mientras más hombres y mujeres tomen conciencia de los micromachismos que están presentes en nuestro día a día y entiendan que somos seres humanos con igualdad de derechos y oportunidades, habrá menos mujeres sumisas, menos hombres abusadores, menos niñas segregadas, menos prejuicios en torno a los comportamientos que se esperan de uno u otro sexo o las capacidades de cada uno.
Si creer todo eso me hace feminista, entonces lo soy. Y eso no significa que rechace la femineidad, la depilación, la moda o cuidar mi aspecto físico, porque no hay contradicción entre ambas cosas y creo que existen muchas formas de expresarnos y reafirmarnos como personas y como mujeres.
Significa que ante todo creo en la igualdad de derechos y oportunidades para hombres y mujeres y en la tolerancia y el respeto hacia nuestras diferencias. Y significa que estoy en contra de los estereotipos que abundan sobre ser mujer.
Y es que el día de la mujer en realidad conmemora las luchas y los logros de muchas (y muchos) que estuvieron antes. No es un día para que nos regalen flores, para que nos den cursos de belleza o modelaje o descuentos en spas. Si tú, hombre o mujer, quiere hacer eso, tienes muchos otros días en el año. No intenten convertir lo que corresponde a una conmemoración y una reflexión en otra fecha comercial vana y sin sentido.
Es también un día para recordar que hay millones de mujeres en el mundo siendo sometidas solo por su condición de mujeres y que hay mucho aún por comprender y hacer.
Interesante video que habla un poquito de los machismos cotidianos: