¿Por qué celebro Navidad?
Disertaciones de una no creyente que celebra Navidad
Siempre fui una niña algo rara. Algo distinta. Nunca fui popular (never in the life), pero tuve una infancia feliz. No calzaba en el modelo de niña que quiere ser princesa. Era más bien curiosa, reflexiva, algo callada y siempre estaba preguntando por todo.
Crecí en un hogar que se consideraba católico y estudié en un colegio católico. Pero tuve unos padres católicos poco ortodoxos. Siempre nos alentaron a tener opinión propia. A ser críticas. En casa todo se negociaba siempre. Leía mucho y no recuerdo que se me haya prohibido algo (excepto más chocolate). Fui a todos los campamentos, me quedé a dormir con mis amigas desde siempre y nunca se me dijo que no podía ir a una fiesta. Yo era la que normalmente no quería ir a las fiestas.
Y mi colegio era un colegio católico algo distinto (al menos en los 90's, ahora no lo sé): no recuerdo que se me obligara a ir a misa, no recuerdo que se nos hablara del pecado, del infierno, ni que se nos inculcara temor a nada y mi falda escolar siempre estuvo por encima de la rodilla. Por el contrario, recuerdo a un par de profesores de religión en secundaria que nos enseñaban historia de la religión. Allí escuché hablar por primera vez del Concilio de Nicea, de los evangelios apócrifos y allí fue también que empecé a dudar de ser creyente.
Ya en la universidad desarrollé mucho más mi sentido crítico y profundicé mis conocimientos en historia, ideologías, religiones. Y descarté creer en una religión en particular.
Esta cita que saqué de este post me parece que resumen bien todo:
"Considero que siempre es una buena idea poner las propias creencias en duda, o simplemente mantener abierta la posibilidad de que podamos estar equivocados. Pero más provechoso que esto me parece pensar seriamente cuánta certeza le damos a nuestras creencias, de dónde vienen, cómo las adquirimos, y luego de haber pensado si el origen de nuestras creencias y el método que usamos para mantenerlas son válidos (de verdad válidos), repensar el grado de certeza que le damos a estas creencias. Es casi imposible que una idea sea correcta si tiene un origen dudoso y se sostiene con una epistemología equivocada. ¿Creemos en alguna explicación del mundo por tradición, autoridad o revelación? Por lo menos sepamos que estas son malas razones para creer"
Pero resulta que soy una entusiasta de la Navidad. Llega diciembre y soy casi un duendecito... (como este de acá abajo).
Sé que eso podría parecer una contradicción (tanto para creyentes como para no creyentes), pero no para mí.
Me explico: La Navidad es una fiesta que trasciende su sentido religioso. Tanto porque en su origen se nutrió de símbolos y sentidos que provienen de otras culturas y religiones previas al catolicismo como porque en su desarrollo bebió de cada cultura en la que se instaló, generando interesantes y muy particulares sincretismos. Y esos sincretismos me parecen particularmente fascinantes.
De otra parte, no creer en una religión en particular no lo exime ni le prohibe a uno de tener su propia espiritualidad y sus propias creencias. Siendo estrictos, todos tenemos creencias.
En realidad si lo pensamos un poco más, los principales símbolos navideños nada tienen que ver con la religión católica: el árbol navideño y sus lucecitas son una tradición nórdica de origen pagano; Santa Claus o Papá Noel tienen su origen en un antiguo mito solar asociado al solsticio de invierno que luego el cristianismo sincretizó con la imagen del santo Nicolás de Bari (pero que hasta muy entrado el siglo XVI o XVII todavía tenía fuertes referencias a personajes de origen nórdico); se dan regalos a los niños porque en la antigua Roma se celebraban fiestas en honor al Dios Saturno por estas fechas en las que se acostumbraba regalar a los niños; la propia Navidad se celebra el 25 de diciembre porque así se intentó reemplazar las importantes celebraciones del solsticio y del cambio de estación que estaban muy arraigadas en muchos pueblos, etc, etc, etc.
Muchos lo ignoran pero esta es una fecha que [creo que casi] todas las culturas han celebrado siempre. Con otros nombres, con otros dioses. Era la llegada o despedida del sol: el solsticio de invierno/verano (dependiendo del hemisferio). Y se celebraba en grande. Era una fecha muy importante.
Bueno, ese es mi lado racional: el que admira los desarrollos históricos, el que se siente fascinada por los sincretismos religiosos a través del mundo y por las cosmovisiones, el que disfruta de los rituales de diferentes culturas, el que aprecia el arte popular. Y esta es una buena época para apreciar todo eso en su máxima expresión.
Pero vamos, seamos sinceros. Admitámoslo: esta es una celebración que mueve ante todo nuestros lados más emocionales. El que se regocija con ese otro lado simbólico de esta fiesta: el de reunión familiar, el ver a los amigos que a veces solo llegan en esta época del año. Algunos de mis mejores recuerdos de infancia están asociados a estas fechas. Y eso nada tiene que ver con la religión realmente.
Sin importar nuestras creencias particulares, todos podemos disfrutar de estas fechas (y por favor, ¡dejen de comprar frenéticamente!).
¡Feliz solsticio!