Ayer, la página de facebook de El Panfleto publicaba un post conteniendo esta imagen que ilustra el inicio de esta columna. La primera reacción fue de sorpresa, pasando a una automática negación ("no, eso no puede ser cierto"). Luego, la indignación. Y entonces la preocupación.

¿Qué cosa puede pasar por la cabeza del diseñador, el fotógrafo, el stylist, el maquillador, la modelo y todos lo que trabajaron en ESTO? ¿Qué pensaron?

Por un instante hago el esfuerzo de entenderlo. Porque por las publicaciones, ellos parecen muy orgullosos del trabajo hecho. El nivel de inconciencia, falta de criterio y ausencia absoluta de empatía es brutal. Es nauseabundo. Degradante.

Bajo ningún concepto es artístico. Y mucho menos es una forma de "homenaje" a las víctimas ni tiene ningún propósito que no sea llamar la atención de la peor manera. Somos una sociedad que no ha procesado aún el peor episodio de nuestra historia y que tímidamente intenta acercarse al tema, lleno aún de contradicciones y posiciones encontradas.

Por eso mismo, esta "editorial de moda" es particularmente ofensiva.

Porque representa la absoluta banalización de los hechos. Porque es un irrespeto a la memoria de los que vivieron y murieron. Porque implica la frivolización absoluta del sufrimiento de miles de peruanos. Porque se convierte en la mirada más superficial y vacía que podría haberse hecho nunca sobre el tema.

La insensibilidad, el desapego, la invisibilización de los actores, las taras, complejos y estereotipos de toda una sociedad en su máxima expresión.

Siempre he creído que la moda no tiene porqué ser frívola. Para mí es sin lugar a dudas una expresión artística por definición. Pero más allá del evidente componente estético que la embarga, tiene también un enorme potencial para comunicar, para transformar, para reivindicar.

Históricamente, la forma en que nos vestimos ha representado nuestra identidad. Nuestra identidad comunitaria en primer lugar. Una forma de expresar o reafirmar nuestra pertenencia a un determinado grupo o de reafirmar una identidad personal. Hay hitos dentro de la historia de la moda que revelan cambios sociales, estructurales, políticos o económicos. Así que por definición, la moda no tiene que ser necesariamente vacía y hueca.

Son personas como estas las que vuelven vacío y hueco lo que sea que tocan. Y es que eso es lo que pasa cuando no te educan para ser ante todo humano sino para ser "exitoso". Cuando has vivido en tu burbuja toda la vida y no has aprendido nunca a sentir empatía por el otro, a respetar su modo de vida, a entender que somos un país lleno de naciones diferentes con saberes diferentes. Cuando no has entendido que el origen de la violencia es la pobreza y la desigualdad. Cuando trabajar el tema de memoria no es prioridad. Cuando en los colegios no se habla de lo que fue el terrorismo (porque obviamente, eso implica hablar también de lo que fueron las violaciones de parte del estado). Cuando el terrorismo se vuelve algo lejano y etéreo. Cuando ningún gobierno (NINGUNO) se ha preocupado de combatir las condiciones de pobreza, marginación y falta de educación que engendraron al monstruo y solo unos pocos siguen gozando de beneficios "exclusivos".

En otras latitudes, algo mucho menos escandaloso (a mi parecer) provocaba que el gigante del retail low cost Inditex (con su marca Zara) retire todo un lote de una prenda considerada ofensiva porque resultaba alusiva al uniforme de los judíos en los campos de concentración.

Aquí, algo similar (o peor, dependiendo de como se mire) no ha generado mayor repercusión

No sé si estas personas lograrán alguna vez entender la magnitud de lo hecho.

A mí solo me recuerda lo mal que estamos como sociedad, lo pobre que es nuestra educación a todo nivel (pública y privada) y lo urgente de generar una discusión abierta sobre memoria, cultura, educación, tolerancia, respeto.

Dense una vuelta por el LUM (Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social). Vayan a Yuyanapaq por favor. Lean, estudien, entiendan. Por favor.